Calvin Klein es la prueba viva de que el sexo vende desde 1968. Todos recordamos el anuncio de Brooke Shields en 1980 cuando decía aquello de “nada se interpone entre mis Calvins y yo”, o la campaña de 1990 en la que aparecía Kate Moss completamente desnuda sobre un sofá anunciando la fragancia Obsession.
Así, la arriesgada estrategia de la marca ha confirmado que tanto la desnudez como la controversia son cartas ganadoras en el juego del marketing. Y si algo funciona, ¿por qué cambiarlo? En pleno 2015 Calvin Klein vuelve a sorprender a medio mundo de nuevo con el lanzamiento de su nueva campaña #mycalvins, donde aparecen fragmentos de conversaciones íntimas y, en ocasiones, subidas de tono.
Las imágenes en sí han sido fotografiadas por Mario Sorrenti, y en ellas aparecen cuatro parejas y un trío en actitudes que dejan entrever que del sexting a la acción solo hay un paso. Los mensajes aparecen al lado de las imágenes y, aparentemente, están “inspirados en hechos y personas reales”. En concreto y entre otras cosas hablan de hacer un trío, enviar fotos de desnudos o ponerle los cuernos a tu novio.
La marca también está planeando invadir Tinder con contenido digital, de forma que puedas conseguir unos vaqueros o el amor/polvo de tu vida usando la misma aplicación.
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